Desde estudiantes hasta profesionales, alcanzar el anhelado reconocimiento a la creatividad ha sido una de las metas que buscan personas y agencias que pertenecen a la competitiva industria publicitaria. Pero, ¿el objetivo siempre es crear algo impactante a favor de la comunicación o tiende a convertirse en un hábito que pierde rumbo con el tiempo?
Este es el debate que ha formado parte inherente al trabajo creativo, y el gran número de certámenes nacionales e internacionales solo avivan la llama.
Crear es emocionante, más si se sustenta en el afán de hacer algo de valor; la discusión entra en juego cuando muchos defienden con uñas y dientes los premios, mientras otros los ven solo como una forma de llenar el, aparentemente sin fondo, frasco de ego de muchos profesionales en la industria.
No es extraño escuchar comentarios como “desde que ganó un premio no cree en nadie”, “es que los premios se le subieron a la cabeza”, “ahora que ganó otro premio va a ser peor aún”. En fin, los autoproclamados bendecidos de la creatividad abundan en todas partes.
Sin embargo, hay que dejar algo en claro, no está mal participar en todos los festivales que el ingenio, el tiempo y el presupuesto lo permitan, porque el reconocimiento está bien visto, pero mirar por debajo del hombro es algo que a nadie le cae bien.
Otro punto de la controversia gira en torno a los medios usados para ganar algún tipo de condecoración. Es decir, si el caso que ha sido merecedor de un premio, realmente se llevó a cabo o simplemente salió de la cabeza de un grupo de creativos que requerían su dosis de atención.
No se puede negar que los denominados “truchos” también son parte de las medallas que las agencias cuelgan orgullosas en su vitrina de trofeos, y tampoco olvidemos que los “dioses creativos” que hoy ostentan metales, son los mismos que mañana publican anuncios bajo el lema “pague 1 y lleve 2”, porque la comunicación vacía no discrimina por rangos.
En resumidas cuentas, la creatividad es un mundo apasionante que otorga beneficios a las buenas ideas. Los galardones abundan y con ellos las oportunidades que muchos ansían alcanzar, pero el objetivo que se debe perseguir es el de contribuir a la evolución constante de la comunicación en general y no solo al engrandecimiento de unos cuantos.
Los directores creativos que han demostrado su valor, en lugar de sentirse inalcanzables, tienen la obligación de guiar e impulsar a quienes siguen sus pasos; y si la dicha de obtener un premio llega a la puerta de este creativo que está terminando estas líneas, el propósito se mantendría igual, porque no sería absurdo soñar con una nueva era dorada de la Publicidad.
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